Y eso ha sido el común denominador para muchos "políticos", que han tenido el acierto de tomarlo como la más grande carrera de vida, y a los que no se le conoce empleo alguno, sino solo los ostentosos salarios que devengan del presupuesto municipal, pero que se han sabido mover pues se cotizan de manera tal, que si un partido no le cumple su capricho, otro enseguida lo cobija y así, hasta que la sociedad lo decida.
Otras que han aprendido muy bien la lección, pero sin el colmillo retorcido del anterior, son las que al igual se lanzan en pos de sendas regidurias que las haga trascender de lo local a lo estatal, ya que el municipio les quedó chico en su afán de acumulamiento económico.
Tres candidaturas a la diputación, con tres regidores de la administración actual, que son herencias políticas sin experiencia más que el primero de ellos, pero que han disfrutado el sabor de la miel que se les dio en panales exorbitantes que los hicieran olvidar sus responsabilidades de atención a la sociedad, muchos de los cuales, ni siquiera tuvieron la oportunidad de conocerlas y mucho menos de saberse apoyada por alguna de ellas, que ahora recorren calles, intercambian saludos, resultan expertas conocedoras de la realidad social, cuando apenas empiezan a conocer los caminos de su propia comunidad.
Esto se esta volviendo una pandemia peor al coronavirus, pues ingresan a las listas nombres conocidos tan solo por fuerza política de sus familiares que buscan no dejar la ubre que tan generosa es, así como de alguno que por bendición divina encontró una ubre vacía y ya no quiere soltarla porque ya la considera de su propiedad, y por ello, busca afanosamente no vivir en el error y regresar a trabajar, pues resulta mucho más cómodo cobrar sin hacerlo.
Esto vive Calkini en estos momentos en que la vaca ya está flaca pero aun así más bocas buscan ser incrustadas en sus famélicas ubres, pero eso la gente lo decide y la misma gente puede terminar de tajo, ya todo eso.